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Tomasi’s Legal Dictionary,

English Spanish Dictionary, legal translation, criminal law.

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Diccionario legal Tomasi, Diccionario inglés español, traducción jurídica, traduccion juridica, derecho penal.

 

 

Tomasi’s

Law Dictionary

 

An English-Spanish Dictionary

of Criminal Law and Procedure

 

 

 

preface to the second edition

 

 

           El objeto de la primera edición de An English-Spanish Dictionary of Criminal Law and Procedure fue hacer un aporte a las traducciones de terminología jurídico-penal de inglés a español y proveer al lector con acepciones que le fueran útiles e informativas. Eso lo pude hacer usando una gran cantidad de recursos —leyes, tratados jurídicos, diccionarios jurídicos monolingües y conferencias— y cinco años de trabajo. El objeto de la segunda edición sigue siendo el mismo pero, si bien la he elaborado en poco menos de un año, he ampliado aún más los recursos. No solo aumenté la bibliografía utilizada para revisar, aumentar y profundizar la obra, sino que esta vez sumé otro tipo de recurso con el que no había contado para la primera edición: un equipo editorial. Estoy muy agradecido por haber tenido el honor de trabajar junto con Carlos Barragán, Lucía Colombino, Victor Jortack y Katty Kauffman. Cada uno de ellos, con su propia experiencia y formación, aportó algo muy especial al proyecto. Así se generó un lindo intercambio de ideas que se apoyó en el derecho, la doctrina, la terminología, la traductología, la gramática, la cultura, la criminología, la criminalística e incluso la religión, en nuestro esfuerzo por esclarecer varios puntos en discusión a lo largo del proyecto. Esta obra se ha beneficiado enormemente de ese proceso y del hecho de que hubo cinco pares de ojos revisando el diccionario de tapa a contratapa con detenimiento, cuidando que cada concepto se representara con la mayor rigurosidad, que cada traducción fuera la más fiel posible y que cada punto, coma y tilde estuviera un su lugar.

 

           La segunda edición es la primera obra lexicográfica bilingüe que ha adoptado en las traducciones y acepciones de sus lemas buena parte de la terminología y los conceptos de las reformas procesales penales de Latinoamérica. En lo personal, esto resultó ser una tarea difícil porque ya había incorporado un modelo de traducción en la primera edición fundado en el sistema acusatorio estadounidense y en el sistema inquisitivo o mixto iberoamericano. Y aunque cueste creerlo, y por más similares que sean, adoptar un sistema de traducción fundado en el sistema acusatorio norteamericano y en el sistema acusatorio latinoamericano significó un gran esfuerzo. En especial porque hubo que hacer un extenso estudio de derecho comparado de las leyes que se ocupan de las fases preparatorias en el sistema acusatorio, tomar en cuenta las similitudes y las diferencias entre ellas, y luego formar una opinión sobre si su terminología llegaba a tener una equivalencia funcional con la de Estados Unidos.

 

           El léxico jurídico y literario en español ha sido impulsado tradicionalmente por España, Argentina y México. Sin embargo, esta nueva ola de leyes y doctrina inspiradas en el sistema acusatorio fue tomando magnitud a causa de las iniciativas en otros países como Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Honduras, Perú, Venezuela y en algunos de los estados de México. Y tal ha sido la amplitud de las reformas procesales penales que una obra como esta se ve obligada a adaptar su terminología a los cambios en la cultura jurídica y su alcance. El equipo de redacción ha tenido mucho que ver en lo que respecta a la metamorfosis de la terminología procesal penal de esta obra, así como también Daniel González Álvarez, a quien estoy agradecido por haberme ayudado a comprender la fase preparatoria del proceso y su terminología propia, tal como surgen de las mencionadas reformas procesales penales.

 

           Otros recursos adicionales que usé para esta edición, y que debo mencionar porque me había negado a usarlos para la primera, fueron los diccionarios jurídicos bilingües. He seguido usando los recursos monolingües para revisar y aumentar la gran mayoría de las entradas de esta obra, puesto que no se puede prescindir de ellos. Pero a medida que iba engrosando la segunda edición y me cruzaba con términos jurídicos que provienen de áreas fuera de lo penal, decidí consultar mis diccionarios jurídicos bilingües favoritos para obtener un mayor conocimiento terminológico y traductológico. Recurrí pues a los siguientes autores: Javier F. Becerra, Antonio Ramírez, Thomas L. West, Guillermo Cabanellas de las Cuevas y Eleanor C. Hoague.

 

           Mi intención con la primera edición fue enriquecer la terminología inglés-español en el área penal. Con la segunda edición, creo que se ha reforzado el cumplimiento de aquella meta. Un trabajo como el realizado no puede procurar más satisfacción que la derivada de la labor cumplida y la fundada en la esperanza de que este léxico resulte de cierta utilidad para quienes lo consulten. Júzguese el resultado por el propósito; y, si acaso, absuélvanse las faltas por la amplitud o la ambición de la empresa.

 

Sandro Tomasi

Ciudad de Nueva York, 2012

 

 

 

preface to the first edition

 

 

           The goal of this dictionary is to provide profoundly accurate terms and definitions in Spanish of criminal law and procedure terms in English. Many resources have been relied upon in order to achieve this objective, including penal codes, criminal procedure codes, legal treatises and monolingual law dictionaries. Bilingual law dictionaries have been specifically avoided as a resource due to the inherent and numerous mistakes found therein and propagated by each other. By focusing on monolingual resources of criminal law and procedure, An English-Spanish Dictionary of Criminal Law and Procedure raises the bar for English-Spanish criminal law and procedure terms and definitions setting it apart from over 30 previously published English-Spanish law dictionaries.

 

           The English-language codes upon which this dictionary is primarily based on are the Model Penal Code and the United States Federal Criminal Code and Rules —the most prominent and influential codes in contemporary American criminal law and procedure. Federal penal and criminal procedure codes from all 20 countries whose principal language is Spanish have been relied upon for this work, although the ones from Colombia and Puerto Rico have been relied upon with extra caution in view of the fact that they are based on American criminal law and procedure, rather than the civil law (Roman law), and contain translation pitfalls much like all other bilingual law dictionaries. The primary U.S. legal treatises that have been relied upon for this dictionary are authored by LaFave, Scott, Israel and King; for civil law in Spanish, the main authors that have been relied upon are Soler, Fontán Balestra, Clariá Olmedo, Bacigalupo and Maier. The authoritative law dictionaries that have been primarily used for the American legal system in English are Black’s Law Dictionary, the Dictionary of Criminal Justice Terms, Gifis’ Law Dictionary and Garner’s A Dictionary of Modern Legal Usage. The authoritative legal lexicography works that have been primarily relied upon for the civil law system in Spanish are Cabanellas’ Diccionario enciclopédico de Derecho usual, Díaz de León’s Diccionario de Derecho procesal penal, Moreno Rodríguez’s Diccionario de ciencias penales and the Enciclopedia jurídica básica.

 

           There are two basic elements in translation: source language (SL) and target language (TL). In legal translation there are four basic elements:  SL, TL, source law and target law. In the case of English-Spanish legal translation, the four basic elements are English, Spanish, common law and civil law. Moreover, even when the language remains the same, laws and legal terms differ from one country to another, one state to another, even one local jurisdiction to another. Hence, legal translation is like trying to fit a square peg into a round hole. With luck, a professional legal translator will be able to fit the sum of the source language into the target language with all four corners of the peg fitting snuggly into the hole and fill in the gaps with grammatical putty in order to produce the most accurate and natural-sounding translation as possible. There are other times, however, that the experienced legal translator will produce a SL-to-TL conversion with elements that get lost in translation, not because of carelessness on the part of the translator, but rather because the square peg from one legal system was either too big, too small or made out of incompatible material to fit nicely into the round hole of the other legal system. Legal translation is an extremely complex discipline that requires skill and training in the areas of source language, target language, source laws, target laws as well as translation studies of the languages and comparative studies of the laws.

 

           Beginning in 1952 and through the 1980s, only eight English-Spanish law dictionaries were published. By contrast, there were 23 such dictionaries published in the 1990s alone. Today, in 2009, a total of 38 English-Spanish and Spanish-English law dictionaries have been published, to my knowledge, many of them out of print. When I first began to research English-Spanish legal terminology, bilingual law dictionaries provided me with a good source for learning. But as time went on I discovered that monolingual law dictionaries and criminal law and procedure codes, especially, were much better resources than the bilingual law dictionaries. An example of my early research is how half of the English-Spanish law dictionaries erred in translating the term “probation” into Spanish as libertad condicional, which according to the national criminal procedure codes of 17 out of 20 Spanish-speaking countries means “parole.” Naturally, I continued to see room for improvement with other legal terms found in the English-Spanish law dictionaries so I began extensive comparative-law and legal-terminology research and worked on translating and defining English-Spanish criminal-law terms on my own, which eventually led to creating An English-Spanish Dictionary of Criminal Law and Procedure.

 

           A dictionary such as this one does not come out of nowhere. The trees were already growing. There have been many lexicographers, legal scholars, interpreters, translators, lawyers and judges that have played an important part in shaping the fields of criminal law and procedure and English-Spanish legal translation. I have been fortunate enough to have been influenced by some of the best in their respective fields. For having been a positive influence in my legal translation journey I thank Norman Bonner, Teresa del Val, Guillermo Cabanellas de las Cuevas, Eleanor C. Hoague, Antonio Ramírez, Javier F. Becerra, Virginia Benmaman, Norma C. Connolly, Scott Robert Loos, Enrique Alcaraz-Varó, Brian Hughes, Patricia Olga Mazzuco, Alejandra Hebe Maranghello, Thomas L. West, III, David Greenfield, Frank Ianucci, John Morabito, Jeff Rosenbaum, Martin Marcus, Alejandro M. Garro, David Deferrari, Ricardo Chiesa, Pablo Fernández Ruffolo, Katty Kaufmann, Henry Saint Dahl, Dennis McKenna, Anthony Rivas, Nestor Wagner, Daniel Giglio, Holly Mikkelson, Dolores Gordon, Joseph R. Nolan, Wayne R. LaFave, as well as all of the remaining authors and editors listed in the bibliography of this work.

 

           Bryan Garner sets forth in his preface to the seventh edition of Black’s Law Dictionary that “[l]aw dictionaries have a centuries-old tradition of apologizing in advance for errors and omissions.” This comment is about monolingual law dictionaries; one can only imagine how many oversights there may be in a law dictionary that encompasses two languages and two legal traditions. Nonetheless, I believe that any possible errors and omissions will be greatly outweighed by the painstakingly researched laws and terminology provided within; and that this dictionary will bestow upon its users a unique and invaluable tool for their own research and work.

 

Sandro Tomasi

New York City, 2009

 

 

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